EL TRONO DEL REY LEAR


"La representación de El Rey Lear constituyó un sonoro fracaso esa temporada, y además los actores de Nueva York se habían declarado en huelga, solidarizándose con los estibadores y con el personal del metro. Una tarde, cabreados tras una asamblea muy animada, echaron a la calle todo el utillaje de la obra y también las cortinas y el trono de Lear, y a una taquillera polaca muy anciana (concretamente de Breslavia, en la Baja Silesia) a la que acusaban de esquirola. Quiso la casualidad que anduviera Homer por ahí, deambulando por los alrededores del Bushwick Theater, repartiendo panfletos de su iglesia.

–Señora, ¿Qué hace usted ahí sentada? 

–Ay, hijo, esos comunistas, que me tienen manía y se han dicho: ¿Por qué no abandonar aquí, en este callejón, a la señora Dabrowski, como el trasto viejo que es? 

Anastazja Dabrowski parece una rana momificada, hundida en el enorme trono del rey britano. Es muy bajita y esquelética y su rostro está surcado por tantas arrugas que es difícil reconocer sus facciones. Luce una abultada mata de canas que se enrosca hacia arriba al menos veinte pulgadas, con la inestimable colaboración de varias docenas de pinzas y horquillas metálicas. Homer se apiada de la mujer y entre los dos transportan el trono dorado hasta el templo de Cornelia St., tropezando y cayéndose a veces, porque la diferencia de altura entre ambos provoca que el sitial avance muy inclinado y no es fácil mantener el debido equilibrio".

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