PRÓLOGO A "CUENTOS, PANFLETOS Y OTRAS MICROMIERDAS"

Permítanme que, aunque esté feo, comience hablando de mí. Soy consciente de que los prólogos son un auténtico coñazo. ¿A quién demonios le interesa un absurdo preámbulo escrito por un autor desconocido -aunque fantástico- para otro igual de infame? Supongo que a pocos, y hacen bien. Para el resto de incautos o en exceso considerados, ahí va la verborrea retórica habitual. No se preocupen, seré clemente y no me extenderé mucho, pero, oigan, todo sea por que en el índice aparezca la palabra “Prólogo”. 

El ínclito, o autor, es un tal Paco Miñarro, que, aunque ustedes no lo conozcan demasiado bien, tiene una interesante historia detrás, repleta, por supuesto, de ignominia, desvergüenza y algún que otro éxito envidiable. Persona peculiar y polifacética -en el peor sentido de la palabra, no se vayan a pensar- donde las haya, tiene un manejo de la pluma asquerosamente envidiable. Y mira que me irrita reconocerlo, pero si no fuera por sus peculiares gustos por el absurdo, la cultura insurrecta o la constante búsqueda del sinsentido humano (todo ello, cómo no, lo más alejado posible del transmoderno mainstream) probablemente sería uno de los autores más leídos de su tiempo. Escuchen lo que les digo: si algún día le da por escribir lo que el vulgo quiere leer, se forrará. Mientras tanto tendrá que conformarse con ser un autor maldito (calificativo con el que, por otro lado, estoy seguro de que está encantado). 

Recuerdo que hace algunos años, hablando con el ínclito, o autor, le pregunté por qué no escribía una novela de una puta vez, dado su buen hacer en otras disciplinas lingüísticas y filosóficas. No recuerdo exactamente cuál fue la respuesta. Seguramente algún exabrupto licencioso. El caso es que hace no demasiado, aunque supongo que nada tuvo que ver con mis sugerencias, nos sorprendió con la publicación de El Rey del Mundo, obra que ha sido definida como “la puta novela del siglo”, y a buena fe que puedo asegurarles que no encontraran un libro igual, entiéndase como gusten, pues el artefacto, catalogado en género como “realismo histérico”, es, a todas luces, brillante en ejecución y forma, a la par que peculiar en sí mismo.

Pero, mira tú por donde, la obra de la que tenía que hablar no era esa, demonios, sino de este revoltijo llamado “Cuentos, panfletos y otras micromierdas”. La cosa en cuestión es de difícil  taxonomía; una recopilación de escritos en la que nos costará discernir qué es realidad personal y qué ficción planeada. Supongo que ambas opciones se apoyan la una en la otra para funcionar victoriosas. No obstante, será placentero para el lector inconformista apreciar el alegato constante a la rebelión del espíritu, un levantamiento imposible contra el sistema de clara influencia orwelliana (sea lo que sea “el sistema”) o la subversión subyacente en cada palabra que escribe Miñarro. Dicho de otra manera menos elegante: ese permanente “me cago en todo y en todos” que constituye el núcleo de su literatura. Algo que, a mi parecer, es maravilloso.

Dicho lo anterior, debe reconocérsele a la obra lo veraz de su nombre, especialmente es su último vocablo, pues consta de todo ello en cantidades suficientes. Y de alguna que otra fechoría más, no se crean, ya que es corto en su extensión, pero henchido de ideas y conceptos de dudosa probidad. 

En él encontraremos el sentido de la vida en las nalgas de una negrona voluptuosa, los desvaríos de un hacedor de monstruos y la verídica historia de un cómico griego llamado Aristóteles. Pero también reflexiones, parábolas, metáforas, metonimias, paradojas y algo de la autobiografía surrealista del propio Miñarro, a buen seguro adelanto de una obra futura, más extensa, acerca de sus obras y milagros. He descubierto, no sin sorpresa, la importante huella de la pandemia en la particular, y poco ortodoxa, visión del susodicho. Descuiden, que si no han tenido suficiente con lo dicho hasta ahora también hallaran ustedes sociedades secretas, salteadores de caminos, un mono que habla, sustancias psicotrópicas, planes descabellados, violencia senil, secuestros, conspiraciones, psicomagia y, no lo duden, mucha mierda más. 

Adelante, ábranse paso. La indiferencia no es una opción. Avisados quedan.

Lucas Barrera.

El índice, aquí:

PRÓLOGO
ADVERTENCIA
VIDA DE JEAN-LUC SABARIN
BURULANDIA
LOS PIOJOS DE FARLOPIA
MALASTRAZAS
LA PIEDRA DEL DOCTOR ACOSTA
PRUEBAS TERRIBILÍSIMAS
EL ASTEROIDE
UN MONO ENJAULADO
TIENDAS DE BARRIO
LA RIFA
AMOR CAUTIVO
DOÑA MARITA
TRIPIS FALSOS
LA PANDEMIA
LEONARDO
FACHAS
UNA LECTURA CUÁNTICA DE EL REY DEL MUNDO
CARTA A UN ESCRITOR AFAMADO
CUANDO ERA JOVEN
LA NUEVA EDAD MEDIA
REBELIÓN
ESPAÑA
EL IMPERIO
EL CAMARERO
EL TRÁFICO
MI PEYOTE
BLASFEMIA
LA MÁQUINA DE HACER POESÍAS
LA LUNA
LA ESFERA
H. P. LOVECRAFT Y MARK ZUCKERBERG SON LA MISMA PERSONA
EL TIEMPO
LA LEY
LA INSURRECCIÓN DE LA CABRA
PLAGIARIO
MI TÍO PACO
SUMERIOS
EN EL CEMENTERIO DE PÈRE LACHAISE
POESÍA
LA BESTIA DEL PERELLONET
FRAGMENTO DE UN RITUAL SECRETO
LA GUERRA
UN ESPECTÁCULO INOLVIDABLE
LA BIBLIOTECA DE APELLICÓN
EL GEÓGRAFO
MI NOMBRE ES ZISUDRA
INCITACIÓN AL CRIMEN
EL AUTOR



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