NWO with NFT
El neocapitalismo es sumamente divertido. Cualquiera puede dar vueltas por la calle montado en un patinete eléctrico o engancharse a muchas series y videojuegos o enviar emoticonos a la otra parte del mundo de forma instantánea. Ademas, es el único sistema en donde uno puede vivir. Fijáos, si no, en todas esas zonas periféricas llenas de pueblos subdesarrollados en los que apenas hay nada interesante que hacer, y en la miseria pestilente y persistente de sus costumbres y de sus habitantes. Nada que ver con nuestros sagrados valores de libertad y seguridad, sin duda. En nombre de la primera se pueden censurar aquellos medios de (des)información que disienten de la verdad. En nombre de la segunda nos levantamos heróicos contra todo atropello y toda injusticia proveniente de esa misma periferia. El sistema es, además, de tan perfecto, indiscutible. Apenas unos pocos inadaptados lo niegan, quizá por ignorancia, quizá por pura malevolencia. La técnica es su imperativo, y la riqueza fluye en todas direcciones. Todos somos, en su seno, iguales. Confesaré, sin embargo, que sus misterios son a menudo insondables. Nuestra paz descansa en una guerra permanente pero invisible, y nuestra economía en el simple azar de las matemáticas. Aún así, es mucho mejor que cualquiera de sus fantasmales enemigos del pasado. Ahora, debe aceptarse, el orden es dulce y nos protege de los genios del desierto. Pronto seremos inmortales y cibernéticos, pronto hablaremos una lengua nueva, pronto viajaremos sin necesidad de mover un dedo. Ahora, debe aceptarse, el orden es sublime, exacto, caleidoscópico. Todas las necesidades del alma están cubiertas. Por eso nos resulta sencillísimo identificar a las bestias, a los otros, a los bárbaros salidos de la estepa, a los caimanes de la selva sudamericana, a los sátrapas y a los tiranos que pretenden invadirnos. Frente a ellos erigimos una gran muralla, un campo de vigilancia, una zona iluminada. Y entonces gritamos un slogan, enviamos una cadena de whatsapp, aprendemos geopolítica con vídeos de Tik-tok. Somos invencibles, decimos, y paseamos por las calles, en patinete, bien vacunados, maldiciendo la guerra y la enfermedad y la muerte, haciéndonos selfies, disfrutando de la vida y de la enorme suerte que tenemos. Pronto, ya veréis, nuestro triunfo será perpetuo. Entonces intercambiaremos non-fungible tokens a la sombra de una central nuclear ecológica y fumaremos marihuana genéticamente modificada y brindaremos con ginebra light y tónicas de colores.
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