Un homenaje a Kafka
Joseph K. es un empleado ejemplar. Lleva quince años en Credit Suisse y en todo ese tiempo apenas ha dado problemas a sus superiores. Jamás ha faltado al trabajo, ni por enfermedad ni para atender asuntos personales. Al menos hasta el fatídico día en que recibió una notificación oficial que le instaba a declarar ante el juzgado nº 2 de Zürich. No se detallaba la razón. Sencillamente era citado, con la amenaza de ser detenido si no se presentaba a las 9 de la mañana del lunes 1 de septiembre, con la “documentación pertinente”. Sin embargo, en ningún epígrafe se especificaban las características de esa documentación. El requerimiento aludía, eso sí, a la normativa 332/B del procedimiento común y a elementales consejos sobre vestimenta y actitud. Sube a la oficina del subdirector, el Sr. Schnieper. Tiene que esperar quince minutos ante la puerta. Cuando sale la visita asoma Joseph su nariz. –¿Da usted su permiso, señor Schnieper? –Adelante, Joseph, pase. –Verá, necesito una mañana libre,